La religión fue muy importante en la vida tlaxcalteca prehispánica e influía en las personas desde que nacían hasta su muerte. Sus efectos se hicieron sentir en el arte, las ciencias, los juegos, los deportes, el comercio, en la organización política y social y, de manera muy especial, en la guerra.
Esa religión era
politeísta, es decir, estaba animada por muchos dioses y muchas creencias, algunas heredadas de sus antepasados los chichimecas y otras adoptadas de los olmecas, teotihuacanos y toltecas.
Los señoríos formaban una especie de federación. Cada representante gozaba de libertad dentro de su Señorío y tenía que reunirse con los otros tres para resolver negocios comunes como la guerra, la paz, los límites, las vías de comunicación y las relaciones con otros pueblos. En las campañas militares uno de ellos guiaba al ejército y los demás permanecían en la región. Cada uno de los cuatro señores se llamaba
tecutlato y el puesto se heredaba, excepto en Quiahuiztlán, donde era de elección.
La sociedad prehispánica tlaxcalteca estaba formada fundamentalmente por nobles, o
piliales o
pipiltzin y por una mayoría
macehualtin, o gente común.
Dentro del estrato superior, o grupo de nobles que dominaba, había subdivisiones o rangos
tlatoani,
tecutli,
pilli y los
teixhuihuan.
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